¿De qué están hechos los niños?

Me hubiera gustado ser alguna vez un niño.

lunes, 11 de junio de 2012

Pensar en cambios.

Cuando se dice que el pensamiento moderno sobre la modernidad se divide en dos: la modernización, en economía y política; el modernismo en el arte, la cultura y la sensibilidad, nos lleva a pensar que ambos son netamente impuestos, sólo que nos hacen creer que la modernización es en fin de una optimización de la forma de vivir y aprovechar de mejor forma los recursos. El modernismo, por su parte, lo muestran como una especie de evolución a las nuevas formas de sentir y expresar. Entonces surge una clara interrogante. ¿Realmente queremos ser modernos? Estamos quedando desestabilizados en el misterio y en lo tangible. Para vivir en un sistema capitalista tenemos que dejar la esencia del ser humano de lado. Los pueblos, el carácter místico y mítico de los pueblos van desapareciendo con un mercado que se globaliza cada día más. Las necesidades, los gustos, los deseos, todo se internacionaliza y con eso las culturas podrían perfectamente desaparecer. La pesca artesanal se está transformando en una leyenda, no se puede competir con los grandes buques pesqueros y tal vez sin siquiera desearlo obligan a los pueblos a someterse al mercado global, haciéndonos sentir a todos que no podemos frenar el avance de la corriente. Luego la población rural cree y siente que la mejor calidad de vida está en las ciudades, nuevas tierras, que la única forma de realización se encuentra a bordo de esos grandes buques. Un apoyo al materialismo pero un rechazo a la burguesía. Esto que parece contradictorio se puede entender comprendiendo los procesos, el trabajo de los hombres, la reorganización de la naturaleza, todo demostrando que el hombre cuida el lugar donde vive y se cuidan ellos mismos. La burguesía, por el contrario, sólo busca la acumulación de capital, sus empresas son sólo medios transitorios para alcanzar ese fin. Es increíble cómo se deben obligar a los hombres a compartir entre ellos con los procesos productivos y como hasta hoy en día las más recurrentes relaciones sociales se basan en las condiciones de producción. La burguesía transforma las catástrofes en formas de crear dinero. Enfrentar esta forma impuesta de vivir es el desafío que se nos presenta. Marx nos propone una modernidad con energía, con gente que no sólo esté dispuesta a la modernidad y al cambio, sino que lo busque, que lo provoque. Puedo asegurar que Marx entiende mucho mejor la burguesía que los mismos burgueses. La burguesía no le teme a reconocer la explotación de personas, a eliminar su divinidad humana y transformarla sólo en medios. Le teme a que ellos quieren y deben ser el partido del orden, pero sus grandes construcciones, las grandes cantidades de dinero y todo el carácter monumental se crea para ser destruido, de modo que el progreso y modernidad están siempre en proceso y progreso. Ya conociendo algunos puntos importantes de lo que ocurrió y ocurre con la burguesía ¿Por qué no intentamos cambiar este ciclo? Podríamos decir que la culpa es de los dueños del poder y aplastan el coraje de la gente con eso, pero es algo mucho peor. Nosotros mismos no queremos. El paradigma actual nos gusta tanto que no se quiere romper, estamos tan cómodos dentro de nosotros mismos que no nos interesa en absoluto lo que podría ser mejor, nos da miedo pensar en algún tipo de cambio, preferimos estar adormecidos, con el cerebro estancado para seguir viviendo linealmente cómodos día a día.

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